Recientemente los estados de Hidalgo y Guerrero retomaron la iniciativa que ya se había presentado en los estados de Baja California, Querétaro, Ciudad de México, Veracruz, Nuevo León, Sonora y Durango, con lo que suman 10 entidades de México que pretenden desaparecer el uso de plásticos y popotes.
En México, no existen cifras oficiales de cuántos popotes se desechan, pero sí existen estimaciones de cuánto plástico acaba en los rellenos sanitarios y tiraderos a cielo abierto en el país. Según un reporte de la Asociación Nacional de Industrias del plástico (Anipac), alrededor del 12% de la basura en México es plástico. Esto equivale a aproximadamente 10.350 toneladas diarias de las 86.343 del total de basura que producimos, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los plásticos pueden degradarse con la ayuda de bacterias y otros organismos, como un tipo de gusano que utiliza la Universidad de Stanford para sus experimentos de manejo de residuos. Pero si no son sometidos a estos procesos pueden tardar hasta cientos de años en desintegrarse. “Un popote podría tardar por lo menos 20 años”, dice a Verne Sergio Palacios, investigador del Instituto de Geología de la UNAM.
Mientras eso sucede, los desechos plásticos ocupan 2.5 más espacio que su peso en los tiraderos de basura y rellenos sanitarios por su material resistente y su volumen, según el reporte de Anipac. “Lo que significa que saturan los rellenos sanitarios y hay que hacer más”, explica Palacios, de la UNAM. “Realmente estos lugares no son sanitarios porque emiten contaminantes y gases que contribuyen al efecto invernadero”.
Este tipo de acciones generan que los establecimientos deban incentivar y brindar facilidades al público para llevar sus propias bolsas reutilizables, como las hechas de tela, canastas, redes u otros materiales con fines de envoltura, transportación, carga o traslado de productos.