Hubert Ochoa│13 agosto de 2015│ El Sol de Chiapas

En los primeros días de mayo de 2012 los chiapanecos quedaron estupefactos al enterarse de horrendo crimen. Wendy Lizzet Ochoa Méndez, de 19 años de edad, originaria de Mapastepec, en la Costa de Chiapas, fue brutalmente asesinada por su ex pareja sentimental Jimmy Virgilio Villatoro Argüello, un maestro de informática de una escuela particular que llevaba doble identidad que ni siquiera sus familiares sabían.

Wendy, una chica de ojos apiñonados y cuerpo esbelto, estudiante de bachillerato en el Sistema Educativo Universitario Azteca de esta capital, se había separado meses atrás de Virgilio por la mala vida que le daba. Sólo recibía golpes y amenazas. El 12 de octubre de 2011 acudió a la Fiscalía Especializada en la Protección de los Derechos de las Mujeres a suplicar auxilio.

La fiscal del Ministerio Público, Irma Alicia Bautista Márquez, integró la Averiguación Previa 832/UEDSYVF1/211 por los delitos de violencia familiar e incumplimiento de los deberes alimentarios “porque no tenía tiempo para investigar los demás”. Fue una omisión mortal. Wendy había narrado su calvario ante unos oídos insensibles y apáticos, los de esa funcionaria que al igual que su jefa Alma Rosa Cariño Pozo, titular de la Fiscalía, formaron parte de la pandilla que servidores públicos que privilegiaron la impunidad antes que cumplir sus obligaciones.

Con lágrimas en los ojos, Wendy contó a la Fiscal que durante cuatro años de concubinato, Virgilio la torturaba constantemente. Varias ocasiones la sumergió en un tambo lleno de agua. En otra le roció gasolina y trató de quemarla pero el cerillo no prendió porque la caja que los contenía estaba mojada. El psicópata grababa todas las vejaciones que cometía sobre la indefensa Wendy.

Tres días antes de ejecutar el macabro homicidio, el caníbal de Tuxtla compró varios cuchillos y los afiló en su casa. Preparó una cámara que luego usó para filmar el asesinato de Wendy a quien descuartizó y tiró sus miembros debajo de los puentes que están a la altura del mirador Los Amorosos, en el lado norte poniente de la ciudad. La cabeza la arrojó en el río Sabinal cerca de la Procuraduría de Justicia del Estado. Virgilio cometió también acto de canibalismo con el cadáver de Wendy.

De acuerdo a un informe de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) la vida de Wendy Lizzet terminó el sábado 28 de abril de 2012. El hallazgo de sus restos esparcidos en distintos puntos de Tuxtla fue el 2 de mayo de 2012.

Virgilio fue detenido por la policía el 15 de mayo de 2012 cuando celebraba con un grupo de amigos el Día del Maestro, en el restaurante Zúñiga localizado sobre la calle central y 13 norte de la capital. Con frialdad, sin arrepentimiento, con una conducta propia de dementes, Virgilio aceptó todo y narró con tibieza demoníaca cómo mató a Wendy.

La víspera de su detención, el carnicero escribió en su muro de Facebook: “Por fin paz en mi corazón”.

Cuestionada al respecto, el 24 de mayo de 2012 la titular de esta Fiscalía, Alma Rosa Cariño Pozo, dijo que Jimmy Virgilio Villatoro Argüello no fue castigado con cárcel a pesar de que Wendy Lizzet lo denunció “porque el delito de violencia familiar no es un delito grave”, por lo que el homicida pudo haber obtenido su libertad con sólo pagar una fianza.

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