Esa forma primitiva de manifestarse que aun persiste en la sociedad ha dejado daño y molestia social. Lejos de abonar a una lucha que busca la justicia e igualdad entre hombres y mujeres, hace apología a la violencia.

El día que se sienten a dialogar de forma civilizada ganarán un poco más de crédito público, mientras tanto no se ve más que una rabia incontenida en contra del gobierno, pero que al final de cuentas la sociedad es quien paga las consecuencias.

Cada vez más se parecen a las manifestaciones del Mocri, rompiendo cristales y pintando paredes de locales, edificios públicos y propiedades privadas, dominadas por la ira. Lo triste del asunto es que muchos de los y las afectadas son empresarias, mujeres que buscan una forma honesta de ganarse la vida.

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