En decadencia la imagen del payaso en Tuxtla

El oficio de payaso va en decadencia. En los últimos cinco años han surgido muchos que cuentan chistes en doble sentido mezclados con groserías, olvidándose de que el principal centro de atención son los niños y no los adultos, sostuvo el payaso Caliche, Carlos Limbergh Suárez Rodas.

Caliche, quien tiene 43 años de experiencia, explicó que ser payaso es un oficio muy noble y respetable, y debe desarrollarse por vocación y no por la necesidad de un trabajo, porque “ahí es cuando las cosas salen mal”.

Admira a los payasos itinerantes que montan show en camiones, cruceros, parques y restaurantes, así como a los de fiestas infantiles privadas, sin embargo, algunos, dijo, hacen comedia y otros tragedia.

“El payaso debe hacer reír no hacer llorar”, advirtió al tiempo de agregar que han surgido tantos que ofrecen espectáculos baratos y de mala calidad.

A sus 61 años, Caliche, considerado el segundo payaso en Tuxtla Gutiérrez, después de “Yin Pin”, por cierto su maestro, se ha profesionalizado mediante cursos y congresos, a fin de ofrecer un buen trabajo, ya que “vivimos de la gente y le debemos respeto”.

La base del arte de hacer reír consiste en respetar al público, no subir a una persona al escenario y mofarse de ella, evitar leperadas que los niños no entienden y arrancar sonrisas sanas en los menores.

En la foto, Caliche con Don Jaimito y Doña Cleotilde

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