La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) nunca ha querido sentarse a negociar con un gobierno estatal, sobre la razón de lo posible: saben que tienen la “atención nacional” y eso lo van a explotar tanto como puedan y como se lo permitan. La educación en sí misma, puede esperar otro rato más, mientras se avanza en la politizada agenda educativa.
Por eso le piden al gobernador Rutilio Escandón Cadenas que cese de sus funciones a la Secretaria de Educación, Rosa Aidé Domínguez Ochoa, a quien primero descalificaron y, hoy, la piden “en bandeja de plata”.
¿Cuándo un gobernador les ha concedido una petición tan “sobrada” como esa?, ¿en qué manual de diálogo y negociación política viene que, primero, exigen la imposible y sobre la marcha, lo que vayan consiguiendo es ganancia para el gremio?.
A la CNTE no le importa mantener de rehén a la sociedad chiapaneca, un año más. No tiene un pliego de peticiones verdadero, tangible, que vaya sobre los puntos más delicados de la educación en Chiapas y en México. Creen y confían en la fuerza de su movilización, en su estructura territorial extendida hasta el último rincón de Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
La lógica es mantener privilegios: que los 167 comisionados del Comité Seccional no sean regresados a las aulas. Aunque son 2 mil, dice la Secretaría de Educación. Se trata de “conquistar” (para presumirle a las bases) los objetivos trazados en la campaña 2018: que caiga la “mal llamada” reforma educativa porque es “punitiva”, “laboral” y atenta contra los maestros. Y de ahí nadie los ha sacado en los últimos sexenios.
Ese imposible lo es también en la realidad del 2019 incluso para la Cuarta Transformación. No fue lo mismo prometerla, que ahora, instrumentar ese viraje en el timón de un gobierno en los bordes del descontrol por su desconocimiento de las entrañas del poder.
La CNTE no quiere diálogo, quiere lo imposible: mantener a la autoridad bajo fuego, presionado, cercado en la inacción por su propio discurso, no quiere soluciones, no las busca, sólo mantener, en los linderos de la violencia, sus “conquistas sindicales”, tan obsoletas, tan “chavistas”, tan conformistas como nuestras tristes cuentas ante el mundo en materia de educación.
El movimiento magisterial nacional, radicalizado en Chiapas, mantiene vigente una agenda política con el maestro al centro de la discusión, desdeñando a los padres de familia, a la escuela en sí misma y sin importarle el alumno, centro verdadero del tema. Todo el tiempo, las jornadas de lucha son para la defensa de una política pública que no crece, que no lidera los índices de desarrollo de un país en vías.
Se propuso cambiar la ecuación y ahí rebrotó la enérgica protesta. Quizás nos asomamos al principio del fin de la CNTE, en una 4T que los engrandeció con fines electorales y a la que no le va a quedar más que dar el manotazo en la mesa, como nunca antes lo había dado un gobierno y reconfigurar el equilibrio de fuerzas, donde el autoridad del Estado, por fin impere en un tema sensible para todos: para el país y para el futuro.